sábado, 2 de marzo de 2013

Albert Einstein y el reportaje Hiroshima


Reportaje Hiroshima en el New Yorker
No puedo dejar de pensar cómo necesitaríamos ahora que gestos como el que tuvo Albert Einstein cuando el New Yorker publicó el reportaje Hiroshima de John Hersey fueran imitados. Lo cuenta Roberto Herrscher en su libro Periodismo narrativo al explicar una de las características de este tipo de textos: ponerse en el lado de los otros.

"Para mí, el mejor libro periodístico que cuenta la historia de los otros sigue siendo Hiroshima, de John Hersey. Es el relato minucioso y sentido de seis japoneses que estaban en la ciudad de Hiroshima cuando estalló la primera bomba atómica en 1945. No es un alegato, ni un manifiesto, ni una investigación antropológica. Es la historia de estas personas investigada y narrada con las armas del periodismo. Pero los estadounidenses que leyeron el relato cuando salió como único contenido de la revista New Yorker, a finales de 1946, no pudieron sacudirse el haber visto venir la bomba desde el punto de vista de los japoneses que estaban en el punto de mira.

La mañana en que el número de New Yorker llegó a los quioscos cercanos a la universidad de Princeton, un profesor de física cuyos descubrimientos y teorías fueron capitales para la confección de la bomba envió a sus ayudantes a comprar todos los ejemplares que pudieran. Quería repartirlos entre sus alumnos, entre sus colegas, entre sus amigos.  

El profesor era Albert Einstein".